5. Proletariado ganadero, caudillismo y guerras civiles en el Uruguay del novecientos

 

José Pedro Barrán y Benjamín Nahum. Proletariado ganadero, caudillismo y guerras civiles en el Uruguay del novecientos. (Pp. 7-16)

“El proceso de modernización de las estructuras agrarias uruguayas comenzó a mediados del siglo XIX. Implicó la transformación de una ganadería basada en el vacuno “criollo”, que solo proporcionaba al mercado internacional cuero y carne salada, en otra basada en el ovino y el vacuno mestizo que producían lana y carne refrigerada para compradores más avanzados y exigentes. El motor de este cambio fue la demanda externa, debilitada en más de una ocasión por las resistencias de la sociedad tradicional uruguaya.

Tanto la vieja ganadería “arcaica” (así la llamaron los contemporáneos), como la “nueva”, llevaron consigo sociedades diferentes, relaciones distintas entre el poder político y las clases sociales, así como entre dominadores y dominados en la campaña. En apretada síntesis podría decirse que la vieja estructura de la ganadería basada en el vacuno “criollo” implicaba el latifundio, un escaso valor de venta de los bienes que producía, el desorden político y la figura dominante del caudillo, figura nacida en las batallas por la independencia y consolidada por las posteriores guerras civiles. “Anarquía” y ausencia de riqueza valorada como tal en el exterior, se daban la mano y engendraban mutuamente. La anarquía era la contracara de una sociedad que producía bienes con escaso valor internacional y de un Estado con chasques, carretas y diligencias.

La relación entre dominadores y dominados en esa campaña uruguaya que permaneció inalterada casi hasta 1850-60 estaba asignada por la existencia de más mano de obra de la que el estanciero necesitaba como “productor de bienes”, puesto que ella cumplía funciones que no eran puramente económicas: otorgar seguridad, o más prestigio social y poder político. Y mano de obra también libre, que no estaba esclavizada por la necesidad del salario. La abundancia del alimento -la carne vacuna- en un medio que no la había convertido totalmente en valor de cambio, era la clave de este último y peculiar rasgo.

La nueva estructura que pugnaba por nacer hacia 1850-60, tenía muy otras características. El mercado externo premiaba ahora el esfuerzo del productor innovador. Francia, Bélgica y el Imperio Alemán compraban sus lanas; Gran Bretaña y los Estados Unidos sus tradicionales cueros; el lento pero persistente mestizaje del vacuno anunciaba la era del frigorífico, el desplazamiento de la carne salada por la refrigerada y del pobre comprador cubano o brasilero de tasajo por el rico consumidor europeo de carnes congeladas o enfriadas. Las formas de propiedad de la tierra sufrieron una leve modificación pues al amparo del desarrollo ovino creció una clase media de arrendatarios y propietarios. El estanciero necesitó, ahora sí, orden. El Militarismo (1876-86) creó un embrión del Estado moderno y se lo concedió. El caudillo, hijo de la guerra, tendió a desaparecer, al mismo tiempo y en sincronía característica que los viejos medios de transporte y comunicación eran suplantados por las inversiones iglesias en ferrocarriles y telégrafos.

Varió la relación entre dominadores y dominados en el campo. La mano de obra solo tenía que cumplir una función productiva. Por ello se la redujo. También por motivos que la misma estructura del cambio económico implicó y luego detallaremos. A la libertad relativa, pero libertad al fin, y sobre todo sentida como tal según lo reflejan los documentos de la época, la sustituyó la dependencia del salario. Peón sí, nunca vagabundo o errante. El monopolio del alimento quedó en manos de quienes antes solo lo tenían teóricamente. La carne era del estanciero y para Inglaterra, no del y para el trabajador de la campaña.

En este nuevo ambiente, donde el caudillo era rechazado por las nuevas fuerzas sociales y económicas, donde el Estado se había fortalecido en su poder coactivo porque los grupos sociales dominantes lo reclamaban y podían financiarlo, donde la mano de obra se disciplinaba, las guerras civiles ya no tenían razón de ser”.

 

¿Cuáles son los principales cambios que operan en el proceso de modernización en el Uruguay de mitad del siglo XIX?

¿a qué se denomina el motor de los cambios? Explique en base a lo dado en clase.

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